El Círculo Escéptico ha concedido a Iker Jiménez el primer premio VendeUmmos, galardón con el que esta asociación va a reconocer anualmente a un destacado promotor de la pseudociencia, la superstición, la conspiranoia y las noticias falsas. El periodista vitoriano es un fabricante de misterios con una larga trayectoria, que ha firmado capítulos gloriosos de la antología ibérica del disparate paranormal y que promete firmar muchos más.
El VendeUmmos 2024 a Iker Jiménez premia una vida volcada en la difusión de misterios inexistentes. Con la ayuda de su esposa, la también periodista Carmen Porter, en las últimas dos décadas el galardonado ha llenado las casas españolas de fantasmas, voces del más allá, extraterrestres, poderes paranormales, conspiraciones y maldiciones. Su trabajo ha atraído a cientos de miles de personas y ha merecido numerosos reconocimientos profesionales, incluidas tres Antenas de Oro y un Ondas.
Nacido en Vitoria en 1973, Iker Jiménez es un todoterreno de lo paranormal. Admirador de Juan José Benítez desde la infancia, se curtió en la revista Enigmas en los años 90 a las órdenes de otro clásico de la divulgación paranormal, Fernando Jiménez del oso. En las páginas de Enigmas, el hoy premiado convirtió ataques de lobos y perros asilvestrados a ganado en apariciones del chupacabras, presentó a un joven arrollado por un tren como un viajero del tiempo y resucitó el misterio más cutre de la parapsicología ibérica, el de las caras de Bélmez, que comenzaron en 1971 como manchas de grasa en el suelo de una cocina y en las que Jiménez acabo viendo espectros de víctimas de la Guerra Civil.
Cuando saltó a la radio, a la Cadena SER, y después a la televisión, a Cuatro, el periodista alavés recicló todos esos misterios y los volvió a difundir en esos medios con un éxito de audiencia incuestionable, pero también fue más allá. Él y su esposa presentaron en la televisión a una mendiga de Cuenca captada en una foto como «un personaje de terror», «una especie de aparición que irradia algo sombrío». Uno de sus colaboradores, el psicólogo José Miguel Gaona, intentó grabar voces fantasmales en el campo de concentración nazi de Dachau. Jiménez y Gerardo Peláez, otro de sus colaboradores, presentaron una ficción del fotógrafo Joan Fontcuberta como un episodio histórico protagonizado por un cosmonauta soviético que sufrió un accidente y a quien, según ellos, el Kremlin borró de los libros de historia. En otras ocasiones, difundieron el hallazgo de ruinas extraterrestres en la Luna, presentaron como un fantasma a un hombre vulgar y corriente caminando por una carretera de noche e hicieron apología de la arqueología furtiva.
Es un auténtico misterio, no como los que el premiado vende, que con una mercancía tan defectuosa –de la que solo hemos presentado una pequeña muestra– Iker Jiménez haya llegado hasta donde ha llegado. Ya solo por eso merece el primer premio VendeUmmos.
Sobre el premio VendeUmmos
El premio VendeUmmos –sin hache, ni tilde y con dos emes– se llama así en honor a los extraterrestres más españoles, los ummitas. Unos alienígenas que decían venir del planeta Ummo, un hipotético mundo que orbitaría de la estrella Wolf 424. En la década de 1960, los ummitas empezaron a bombardear a un reducido grupo de ufólogos con farragosos informes sobre ciencia, historia, religión y las peculiaridades de su sociedad. Y hasta se fotografió sobre Madrid uno de sus platillos volantes –en realidad una maqueta– con la hache barrada del sello de Ummo en la panza. El fraude de Ummo solo se lo tragaron los ufólogos más crédulos.