
Por Luis Alfonso Gámez.
«La mentira no les pasa factura», me decía hace unos días un colega. Se refería a los divulgadores de lo paranormal. Los dos seguimos sus andanzas desde hace décadas y hemos comprobado que los embustes les salen rentables. «No es que la gente no recuerde que Iker Jiménez se inventó casos como los del cosmonauta fantasma y el caminante de Boisaca, sino que encima le han dado premios de periodismo», añadía mi amigo un tanto desconsolado. Comparto su desazón.
Las trapacerías de los más populares vendedores de misterios españoles se cuentan por cientos desde tiempos del psiquiatra Fernando Jiménez del Oso (1941-2005), un pionero en lo de dar gato por liebre psíquica. Pasar revista a todas requeriría de una enciclopedia de varios volúmenes en la que los dos citados y otros expertos estarían acompañados por representantes de la más genuina picaresca ibérica como el parapsicólogo Germán de Argumosa, al que deben su fama inicial las caras de Bélmez, y el ufólogo, parapsicólogo y echador de cartas Prudencio Muguruza, inventor de la leyenda del pueblo maldito de Ochate.
Comienzo de la nota publicado en Magonia, la web de Luis Alfonso Gámez, el 21 de junio de 2025.
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