
Por Alejandro Borgo.
El escepticismo es una herramienta para intentar, como decimos coloquialmente, «separar la paja del trigo».
Ser escéptico, a pesar de lo que se dice por ahí, no es ser negador ni derrotista, ni querer amargarle la vida a nadie (salvo contadas excepciones que rozan el fanatismo, como suele suceder con los fanáticos religiosos o pseudocientíficos). Los escépticos no practicamos el escepticismo radical, aquel que afirma que el conocimiento no es posible. Por eso nos desenvolvemos en el campo del escepticismo metodológico, que acepta y promueve el conocimiento sobre distintos aspectos de la naturaleza, intentando validar la realidad de una afirmación determinada.
Comienzo del artículo publicado en Pensar, la revista en español del Centro para la Investigación (CfI), el 25 de septiembre de 2025.
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